Vivir en las tinieblas nos impele a conocer los obstáculos interpuestos entre nosotros y la luz, ¿el lenguaje puede mover esos obstáculos o identificarlos?
El lenguaje primero identifica, pero al hacerlo mediante la poesía, no limita la imagen, le otorga otras posibilidades. Es por ello que el verso puede ser habitado, nos acoge, se torna lugar.
Memorizamos ciertos poemas para existir a través de ellos y alentados por ese impulso, los repetimos como un mantra, una oración. (Porque no espero ya otra vez volver / porque no espero ya / porque no espero ya volveri).
Hay un poder en la reincidencia. La energía, como el fuego, se enciende con esfuerzo y mucha fricción. Esto es lo que salva, lo que nos conecta con un más allá, con lo trascendente.
Todo el que aprecie la poesía conoce su voluntad salvadora. Si no mueve el obstáculo, al menos, lo identifica.
La vida es esencialmente problemática y la poesía no puede suprimir este principio. Tampoco considero que aspire a ello. Su propósito parece o puede estar más cerca de la libertad, que es creación, y la sabiduría, pues la poesía atraviesa las barreras de lo formal, de los estereotipos, de las leyes, de todo aquello a lo que el ser humano suele apegarse para no sentirse solo, para no ser él mismo. Sin embargo, la poesía siempre es original cuando es sincera.